Claudia Sheinbaum en su desesperación muestra un cambio en la estrategia contra el narco
XY NEWS. Durante su campaña presidencial, Claudia Sheinbaum había prometido continuar con la política de seguridad de su mentor y predecesor, Andrés Manuel López Obrador, basada en abordar las causas sociales del crimen y evitar la confrontación directa con los grupos criminales. Este enfoque, conocido como “abrazos, no balazos”, buscaba reducir la violencia atacando las raíces de la desigualdad. Sin embargo, los primeros meses de su mandato sugieren un giro hacia una estrategia más agresiva.
En medio de una nueva ola de violencia en el norte del país, Sheinbaum ha desplegado miles de tropas, incluidos efectivos militares, navales y fuerzas especiales, para enfrentar una escalada sangrienta de delitos cometidos por los cárteles de la droga en el estado de Sinaloa. Este movimiento incluye operativos de gran envergadura que han resultado en arrestos de alto perfil y decomisos históricos de drogas, como más de una tonelada de fentanilo, un opioide sintético mortal.
Señales de un nuevo enfoque
Aunque Sheinbaum prometió seguir la línea de su predecesor, los analistas coinciden en que su administración enfrenta presiones internas y externas que la han llevado a endurecer su postura. La amenaza del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 25% a productos mexicanos si no se detiene el tráfico de drogas y migrantes, ha sido uno de los factores determinantes. También influyen las críticas de algunos sectores políticos y diplomáticos, como el embajador estadounidense Ken Salazar, quien calificó de «fracaso» la estrategia de seguridad previa y declaró que “México no es seguro”.
El experto en seguridad Vicente Sánchez, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de México, afirma que “se están viendo indicios de que la estrategia de abrazos, no balazos está llegando a su fin”. En lugar de centrarse exclusivamente en atender las causas sociales del crimen, el nuevo enfoque combina acción directa contra los grupos delictivos y refuerza la seguridad con armamento pesado y tropas especializadas.
Militarización de la seguridad
El despliegue masivo de fuerzas armadas en Sinaloa ha generado comparaciones con la guerra militar contra los cárteles iniciada por el expresidente Felipe Calderón en 2006. Este enfoque, aunque efectivo en algunos casos, desencadenó una escalada de violencia que se mantiene hasta la fecha. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha criticado reiteradamente el uso de militares en labores de seguridad en México, argumentando que aumenta el riesgo de violaciones a los derechos humanos.
No obstante, el gobierno de Sheinbaum insiste en que su estrategia no implica una militarización del país. Omar García Harfuch, jefe de seguridad de Sheinbaum y figura clave en esta nueva estrategia, fue enviado a Sinaloa para supervisar los operativos personalmente. García Harfuch, quien ya había trabajado con Sheinbaum durante su gestión como alcaldesa de Ciudad de México, declaró que “se reconoce la complejidad de pacificar el país” y subrayó que el gobierno está comprometido con proteger a los ciudadanos.
Impacto en Sinaloa y el resto del país
Desde septiembre, Sinaloa ha sido escenario de una guerra interna entre cárteles que ha dejado hasta 650 muertos y más de 700 desaparecidos. Los enfrentamientos se intensificaron tras la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, uno de los líderes históricos del narcotráfico en la región. Este hecho desató una violenta lucha por el control territorial entre facciones rivales.
El reemplazo del jefe de seguridad local por un oficial militar durante el fin de semana también refleja la determinación de la administración Sheinbaum para contener el conflicto. Sin embargo, el uso de minas terrestres por parte de los cárteles – que resultó en la muerte de tres soldados en Michoacán – evidencia el alto grado de sofisticación y armamento de estos grupos.
Riesgos y desafíos
Algunos expertos temen que Sheinbaum busque replicar la estrategia implementada en Sinaloa en otras partes del país. Tomás Guevara, especialista en seguridad del norte de México, considera que “el éxito de esta estrategia dependerá de identificar las vulnerabilidades específicas de los grupos criminales y enfocar los esfuerzos en esas áreas”. Sin embargo, también advierte que una postura más agresiva podría inflamar aún más la violencia y los homicidios en el país.
El enfoque de Sheinbaum también contrasta con el escepticismo de muchos ciudadanos hacia el papel de Estados Unidos en la crisis de violencia en México. Según una encuesta de Enkoll, la mayoría de los mexicanos rechazan cualquier intervención estadounidense y consideran que el tráfico de armas desde Estados Unidos hacia México es un factor clave que contribuye al poder de los cárteles.
Una estrategia en evolución
El cambio de rumbo en la lucha contra el crimen organizado también busca enviar un mensaje claro a Donald Trump, quien ha instado a México a hacer más para frenar el flujo de drogas. Las acciones recientes de Sheinbaum, como el decomiso histórico de fentanilo y el despliegue de tropas en Sinaloa, subrayan su compromiso de enfrentar el problema con mayor contundencia.
Sin embargo, los expertos coinciden en que el éxito de esta estrategia dependerá de equilibrar el uso de la fuerza con medidas que aborden las causas profundas del crimen, como la pobreza y la falta de oportunidades. La nueva estrategia de seguridad de Sheinbaum representa un cambio significativo respecto al enfoque de su predecesor, y su impacto en la violencia y el narcotráfico en México será un tema crucial en los próximos años.
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