El Tren Maya reconoce su fracaso: dependerá del transporte de carga para sobrevivir

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XY NEWS. El gobierno federal admite que el Tren Maya operará con pérdidas al menos durante los primeros seis años. Su viabilidad depende ahora del transporte de carga.

21 de mayo de 2025 – Lo que fue anunciado como el megaproyecto estrella de la actual administración federal, el Tren Maya, enfrenta una realidad económica muy distinta a la prometida. Óscar Lozano Águila, director general del proyecto, ha confirmado que el Tren Maya no será rentable al menos hasta 2030 y que su supervivencia dependerá de la consolidación de un sistema eficiente de transporte de carga.

Durante una reunión con empresas ferroviarias, Lozano Águila aceptó abiertamente que “ningún tren de pasajeros en el mundo es rentable”, una frase que marcó un giro en el discurso oficial sobre la viabilidad del proyecto. Esta declaración pone en evidencia lo que analistas venían advirtiendo desde su concepción: la falta de sustentabilidad financiera y técnica del Tren Maya.

Pérdidas millonarias en su primer año de operación

Los números no mienten. En 2024, el Tren Maya generó ingresos por apenas 275 millones de pesos, una cifra muy por debajo de lo esperado. En contraste, sus gastos operativos superaron los 2 mil 837 millones de pesos, lo que resultó en pérdidas netas por 2 mil 561 millones de pesos durante su primer año de operación.

Estas cifras reflejan un fuerte desequilibrio financiero y desatan preocupaciones sobre la sostenibilidad del proyecto a mediano y largo plazo, especialmente si no se logra consolidar la infraestructura necesaria para el transporte de mercancías.

El plan: apostar por la carga para equilibrar las cuentas

Ante este panorama, el gobierno ha decidido apostar por el transporte de carga como tabla de salvación del Tren Maya. La meta oficial es lograr mover hasta 2 millones de toneladas de productos al año a partir de 2026, lo que requerirá no solo una fuerte inversión en infraestructura logística, sino también la consolidación de rutas comerciales que hoy aún no existen.

Entre las acciones previstas se encuentra la instalación de una decena de polos cargueros a lo largo de la ruta del Tren Maya. Además, se contempla la conexión ferroviaria entre Mérida y el puerto de Progreso, con un tramo de aproximadamente 70 kilómetros para facilitar la exportación e importación de mercancías.

¿Es viable depender de la carga para salvar el Tren Maya?

Especialistas en infraestructura y economía consideran que esta apuesta es arriesgada y de resultados inciertos. El mercado logístico en el sureste mexicano no tiene, por ahora, el volumen suficiente para sostener un proyecto de esta magnitud. Además, existe competencia con otros modos de transporte más consolidados, como el autotransporte y el transporte marítimo.

A esto se suma la falta de acuerdos concretos con grandes empresas logísticas o industrias que aseguren un volumen constante de mercancías. Por ahora, todo apunta a que el gobierno tendrá que subvencionar el proyecto durante varios años más, con recursos públicos que podrían destinarse a otras necesidades nacionales.

Impacto ambiental y social: otro punto crítico

El Tren Maya no solo ha sido cuestionado por su viabilidad financiera, sino también por su impacto ambiental y social. Diversas organizaciones de la sociedad civil, activistas y comunidades indígenas han denunciado daños irreversibles a la biodiversidad del sureste mexicano, especialmente en regiones de la selva y zonas con alta fragilidad ecológica.

Además, muchos sectores han reclamado la falta de consulta previa, libre e informada, violando derechos fundamentales de comunidades indígenas. A pesar de múltiples amparos y recomendaciones de organismos nacionales e internacionales, las obras avanzaron a marchas forzadas, en muchos casos sin los estudios de impacto ambiental requeridos.

De promesa de desarrollo a carga para el erario

Cuando fue anunciado, el Tren Maya prometía ser un motor de desarrollo para el sureste de México, atrayendo inversión, turismo, empleo y conectividad. Hoy, sin embargo, el panorama es muy distinto. Lo que se vislumbra es un proyecto costoso, insostenible y con rentabilidad dudosa.

El reconocimiento por parte del propio director del proyecto de que dependerán del transporte de carga para sobrevivir es una señal clara de que la planeación original falló gravemente en sus proyecciones. No solo se subestimaron los costos operativos, sino que se sobreestimaron los beneficios económicos inmediatos del transporte de pasajeros.

Además, la insistencia en sostener esta obra a toda costa representa una carga financiera constante para el presupuesto federal, afectando otras prioridades urgentes como la salud, la educación o la seguridad.

¿Qué sigue para el Tren Maya?

El futuro del Tren Maya está lleno de incertidumbre. Aunque el gobierno intenta mostrar confianza en que el transporte de carga equilibrará las finanzas, el escenario más probable es que el proyecto siga operando con pérdidas durante al menos la próxima década.

La falta de transparencia en los contratos, el creciente costo de mantenimiento, la necesidad de subsidios permanentes y la resistencia social en muchas regiones del sureste mexicano pintan un panorama sombrío para uno de los proyectos más ambiciosos —y más polémicos— del gobierno.

Conclusión

El Tren Maya, que fue presentado como un símbolo de transformación y desarrollo para el sur de México, enfrenta hoy su momento más difícil. El reconocimiento oficial de que no será rentable sin carga y que operará con pérdidas al menos seis años evidencia un nuevo fracaso en infraestructura pública y una lección sobre la importancia de la planeación técnica y financiera responsable.

Con un impacto ambiental cuestionable, una base económica débil y una sociedad cada vez más crítica, el Tren Maya se perfila más como una promesa incumplida que como un motor de desarrollo regional.

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